Breve encuentro
Cuando el ascensor ya casi subía, ella abrió la puerta de improviso. Agitada por la carrera, me partió el alma con su sonrisa y pulsó el botón del décimo piso. No nos rozamos siquiera, con las miradas apenas. El deseo me consumió entero, me hizo ceniza y brasa. En el décimo piso, la puerta se abrió y ella bajó como si nada. Me dejó el recuerdo de su sonrisa en prenda y su olor a noches sin alba. Se fue, no la volví a ver. No nos dijimos una sola palabra, no nos tocamos un pelo, pero cada vez que tomo un ascensor sueño que dentro de nuevo nos encontramos.
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